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Indiferencia


No he podido. Me he rendido. La realidad esta vez me ha ganado terreno. Quería que empezara bien y que acabar mal. Como esos finales trágicos que tanto me gustan y que me recuerdan a las cosas que nos pasan en la vida. Unas veces crudas y, por supuesto, otras fantásticas. Pero odio los finales felices.

Aunque quizá, lo que me ha ganado esta vez es la timidez. El hecho de plasmar aquí lo que alguna vez sentí por ti y lo que hubiera deseado que pasara ese sábado. Sí, el sábado en que nos vimos. A pesar de que los dos simuláramos que no.

Quizá el culpable de todo es el tiempo, haciendo que pierdan importancia cosas que antes sí la tenían. Y que el momento fuera excitante por si, pero a la vez, indiferente. Como cuando vas a ver a tu cómico favorito y esa noche te decepciona. Aun así, sigues riéndole las gracias como siempre. Es lo que toca. Qué duro es aceptar los cambios, aceptar que te equivocas, que las cosas no siempre estarán igual y que al final ese cómico acabará siendo mediocre.

Puede ser que fuera la rabia. La rabia a toda esa indiferencia que dirigías hacia mí en los últimos cuatro años. Y que han ido desquebrajando todo lo que se pudo haber construido. Pues bien, me da igual. En su momento fuiste mi favorito pero ahora ya no.

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