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Mostrando entradas de 2010

Una buena racha

Sin duda, estoy de racha. Llevo la mejor semana… espera, espera, que digo, llevo el mejor mes desde hace mucho tiempo. Tengo una suerte tremenda, incluso empiezo a pensar que envidiable. Voy por la calle y lo noto, soy la envidia del barrio. Digamos que soy afortunada, el destino se regala conmigo. Me previene de catástrofes irreversibles, me advierte siempre de lo peor, y a cambio, me ofrece pequeñas e indeseables situaciones. Me da calor con continuas y acogedoras frustraciones, y me tira piedrecitas como un enamorado para que no me duerma. Por eso, te doy las gracias. Gracias por dejarme tirada el sábado pasado porque seguro que esa noche habría acabado con un coma etílico. Gracias por alejarme a Antonio porque seguro que acabaría siendo pareja de un tipo soso y aburrido, mil gracias. Gracias por dejarme sin plan para el viernes porque una amiga ha quedado con un ligue que se muere por sus huesos, gracias porque ese día seguro que al coger el ascensor me habría quedado encerrada con

El hermano pequeño

¡Qué suerte tienes de ser el pequeño! ¡ Ja ! Me río de esos comentarios. Ser el hermano pequeño es peor, y es que aunque crezcas física y mentalmente siempre seguirás siendo el pequeño. Sí, no lo dudes. En la mente de los adultos, en su iris, en su retina en su nervio ótico y en su cerebro aún seguirás siendo ese bebe que babeaba, hacía pucheros y se sacaba los mocos. Tu opinión dejará de tener importancia, es como si tu voz sonara a balbuceo, agu , ajo, ama… nunca parecerá que dices algo con sentido, y tus quejas por muy sonoras y razonadas que sean no pasaran de ser meras palabras ruidosas que acallar con un chupete o un biberón. No tomaran en serio lo que digas, con suerte y como mucho serás gracioso. A las malas, pensaran que es una rabieta más de un pequeño caprichoso y egoísta. Como si no entendieras de qué va la vida y tus preocupaciones no fueran lo suficientemente importantes en comparación a las suyas. Todo se habrá planeado, organizado y hablado antes de que puedas partic

Sin más

Las horas me pasan despacio, el invierno es demasiado largo. Tengo faena y hay personas esperando que la acabe. Aún no me han pagado, llevan meses de retraso. Detrás del teléfono ya no hay nadie, aunque me olvidé de marcar. No me reflejo en nadie, no quiero parecerme a nada. Mi habitación no vuela, está estancada. Tengo faena. Último los detalles, si el humor me acompaña será perfecto. Pero no lo será. Entrego al editor mi biografía rota. La rabia de vez en cuando baila en mi salón.