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Mostrando entradas de junio, 2008

Más allá

Más allá de las conversaciones de los viernes, de las risas, de los portazos de la jefa porque estamos de cachondeo y hacemos ruido, de tus pacientes, de los míos, de los que compartimos, de tus informes, de los test y las plantillas. De que somos los más informales, de tus bambas, de las mías, de que te acordaste de mi por lo que dije aquel día, de las borracheras, de los helicópteros, de los dinosaurios, de la música, de los conciertos, de que es divertido hacer cosas improvisadas, de tus conversaciones con Marta, de los viajes, de tu timidez de la que todos nos aprovechamos para divertirnos un rato, de que te cachondes de mi y luego vengas a tantear si me he enfadado, de tu cuello en tensión. Sobretodo por las risas y porque no me hayas hecho ni caso en una cena como la de hoy. Más allá de esta amistad.

La culpa

La culpa, la culpa, la culpa, la culpa, la culpa... es esa espina que se va clavando poco a poco en la cabeza, hasta que llega al cerebro, la culpa, la culpa, la culpa, la culpa. Al final te provoca un dolor agudo. La culpa, la culpa, la culpa se mete tan dentro que necesitas expulsarlo de alguna forma y la acabas vomitando en odio. Tú tienes la culpa de que te hayan atropellado, la culpa, la culpa. La culpa de que el calentador no vaya es que siempre te bañas con agua muy caliente, tu tienes la culpa, ¿no ves que es tu culpa? esa culpa. El piso tiene humedad porque no ventilas bien la casa, la culpa, la culpa, es tú culpa. Siempre nos perdemos por tu culpa, la culpa, es la culpa. Te va mal porque no vales y ya lo sabías, otra culpa que hunde más que otras culpas. Por haberte dormido en el cine, otra culpa diferente a las culpas. Las bombillas se gastan porque están todo el día encendidas, la gran culpa, la sobre culpa. Todo te va mal por tu culpa, la mega culpa. Esa culpa que no

Cicladora Rápida

Lo confieso. Soy una cicladora rápida. Igual estoy abajo, como estoy arriba, como voy para abajo otra vez y entonces vuelvo a subir. Pero como no era suficiente subo un poco más, un poco más, hasta que vuelvo a bajar, bajar, pero esa vez en picado. Así estoy y estaré toda mi vida. Y encima la gente se pregunta por qué estoy delgada, cuando no se dan cuenta que no paro. Ser ciclador es un don, es algo innato que pocos afortunados, como yo, tenemos. Pues sí, porque no decirlo, ¡basta de esconderlo! He dejado de tomarme la medicación porque prefiero disfrutar de mis estados emocionales al cien por cien. Todas las fases me aportan algo, y hacen que sea enormemente creativa. Aunque he de reconocer que no todo el mundo lo lleva igual de bien que yo. Así que igual me enamoro de una mosca que da vueltas en mi habitación, como me deprimo porque nadie quiere ir a la playa aunque llueve, como me gusta ver como crece mi girasol, como me pongo triste si pierde el Barça, como disfruto miran