Ir al contenido principal

Después despertó

Alex abandona su casa, su mujer, sus hijos y no quiere saber nada del dinero. Suelta a las palomas que tiene en su laboratorio. Con miedo, salen volando de su jaula, otras heridas por los experimentos, decide abandonarlas a su suerte.


Se va con una pequeña maleta y con lo puesto a otro lugar, que aún no sabe. Toda su familia murió hace tiempo. Al nacer su madre, veinte años después su padre y hará un año su hermano.


Ahora no tiene nada, pero nada es todo. Para fortalecerse primero debe hundirse en la nada absoluta y aprender a enfrentarse a su soledad total. Alex ha decidido, ha elegido dejar de vivir para los demás. La bondad y el deber son los barrotes de su prisión. Debe aprender a conocer su propia maldad.


Las primeras paradas de su viaje las dedica a destruir sus enormes castillos de arena que durante tanto tiempo le han dado cobijo, le han dado protección, le han dado ilusiones pero le han estancado en su vida real. Es más dulce, más bonito, más fácil contemplarlos, que salir fuera a construirlos de verdad.


Al hacer una visita a sus castillos e intentar tocarlos por primera vez, se le derrumban, se le desmoronan. Es más, pudo observar como otros construían sus castillos con la misma arena con la que él había formado los suyos. Pero le dio igual, porque él ya no quería esos castillos. Así que más desnudo que nunca, pero más seguro de sí mismo siguió andando por la estación de tren…


Basado en el libro

de Irvin D. Yalom

"El día que Nietzsche lloró"



Comentarios

  1. Qué titulo más bonito para un libro! Me ha gustado el texto... investigaré sobre él.Un saludo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

El hilador

Quisiera explicar tantas cosas que las ideas se me entremezclan y no consigo sacar nada, no logro desliarlas. No voy a mentir, quisiera hablar del amor, de la soledad, del dolor, de la imaginación, de la cultura, del cine, de las mentiras, de las ilusiones, del sexo, de las proyecciones, de los caminos, de la seguridad en uno mismo, de la amistad, de la confianza, del respeto, del deseo, de la frustración, de la imperfección… de tantas cosas, que supongo que hasta que yo no logre desliarlas no las podré explicar. El problema no es hablar de esto, lo difícil aquí es hablar con la verdad absoluta en la mano. Eso es lo que yo me exijo, por eso no puedo hablar de todo esto aún, porque todavía no sé nada. No tengo nada claro. Sigo desenmarañando ese ovillo de hilos de colores negros, amarillos, verdes, grises, blancos, lilas, rojos, naranjas, azules… y mil tonalidades más, pero no encuentro ni el principio ni el fin. Y en muchas partes encuentro nudos enormes, que me parecen imposibles de d...

Sin más

Las horas me pasan despacio, el invierno es demasiado largo. Tengo faena y hay personas esperando que la acabe. Aún no me han pagado, llevan meses de retraso. Detrás del teléfono ya no hay nadie, aunque me olvidé de marcar. No me reflejo en nadie, no quiero parecerme a nada. Mi habitación no vuela, está estancada. Tengo faena. Último los detalles, si el humor me acompaña será perfecto. Pero no lo será. Entrego al editor mi biografía rota. La rabia de vez en cuando baila en mi salón.

Lo nuevo

 Qué es lo peor que puede pasar? NADA, básicamente creo que podría perder autoestima y eso dependerá de lo que YO interprete de la situación.  No culparme, todos somos diferentes e imperfectos.  Todo lo que imagino viene de mi. Cuando creo q salgo de mi, entonces me pierdo y me pongo en el otro y me crea ansiedad. No perder al otro, perderme a mi.  No pierdo nada, porque no necesito nada en mi vida. Mi vida es bonita.  Ahora todo está bien. Y si no es, es xq ahí no era.