Este mes he hecho tantas cosas que no he tenido tiempo para hacer nada. Y es que cuando te acostumbras al estrés, éste se acaba convirtiendo en una droga. Llevaba meses embotada. He vuelto a sentir. He visitado mi parque, después de mucho tiempo. Él vestido de verde me abraza y me sopla fuerte para que me levante. Yo le distraigo haciendo malabares. Me he caído, me he levantado, y he disfrutado de todo eso como una niña pequeña. He reído, he llorado de alegría y de tristeza, he gritado, me enfadado, he odiado. Pero me ha dado igual caerme. Este mes no he parado, no he dejado que se escapara ni una sola gota de tiempo. He vuelto a ver viejos amigos y he sentido otra vez lo que es hablar, reírme y aburrirme con ellos. Me he dado cuenta que hay gente que con una llamada y una tonta propuesta salen de casa sin pensarlo, o se dan la vuelta si es que estaban de camino. He salido jueves, viernes, sábado, domingo y lunes. He disfrutado, de mucha gente que no conocía de nada, amigos de amig...