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El hermano pequeño

¡Qué suerte tienes de ser el pequeño! ¡Ja! Me río de esos comentarios.

Ser el hermano pequeño es peor, y es que aunque crezcas física y mentalmente siempre seguirás siendo el pequeño. Sí, no lo dudes. En la mente de los adultos, en su iris, en su retina en su nervio ótico y en su cerebro aún seguirás siendo ese bebe que babeaba, hacía pucheros y se sacaba los mocos.

Tu opinión dejará de tener importancia, es como si tu voz sonara a balbuceo, agu, ajo, ama… nunca parecerá que dices algo con sentido, y tus quejas por muy sonoras y razonadas que sean no pasaran de ser meras palabras ruidosas que acallar con un chupete o un biberón.

No tomaran en serio lo que digas, con suerte y como mucho serás gracioso. A las malas, pensaran que es una rabieta más de un pequeño caprichoso y egoísta. Como si no entendieras de qué va la vida y tus preocupaciones no fueran lo suficientemente importantes en comparación a las suyas.

Todo se habrá planeado, organizado y hablado antes de que puedas participar en el incidente. Tu presencia no será necesaria para acontecimientos importantes o de alta responsabilidad. Siempre habrá otras personas para dirigir esos sucesos. Sí, personas añejas que capacitadas o no, ya llevan varios años en ese puesto y por ese motivo se les considera capacitados. Los resultados no se tendrán en cuenta, únicamente la estabilidad de la estructura del grupo familiar y que no se rompan los patrones de actuación “pero si siempre se ha hecho así”.
No te esfuerces todo lo que hagas caerá en saco roto.



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