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Mostrando entradas de mayo, 2008

Barcelona

Hoy caminando por Barcelona me doy cuenta que las calles aún huelen a ti. Todavía a veces, recuerdo nuestras caminatas a media luz por las calles de Barcelona. Andábamos y andábamos toda la noche hasta que se nos hacía tarde. Mientras paseábamos te dedicabas a cantar cualquier canción, y yo, me las acababa aprendiendo porque te emperrabas hacer la segunda voz. Contigo las calles tristes y grises del centro de Barcelona cambiaban de color. Nos besábamos en cada esquina, en medio de la calle parando los coches, en la playa, en el bar… da igual dónde estuviéramos y quién hubiera delante. Bailábamos en la calle, cantábamos cualquier canción de dibujos, imitábamos a cualquier personaje o me enseñabas lo que habías aprendido en tus clases de canto. Me mirabas a los ojos y sabías lo que pensaba. Me enseñaste a hablar de mis sentimientos, de mis emociones, me enseñaste a dar un paso más, a dar un beso, un abrazo, a cogerte de la mano, a romper las barreras, los miedos, me mostr

Ausencia

Tocó el timbre. Esperó unos instantes pero no contestó nadie. Al final, decidió abrir la puerta, con aquella enorme llave que había guardado durante tanto tiempo. Abrió la puerta con un poco de esfuerzo y entró en la casa. -Hola… ¡hola!- no se escuchaba nada y no se veía ninguna luz. -¿Hay alguien?- gritó, para asegurarse. A esas horas normalmente siempre había alguien, pero hace mucho tiempo. Que raro nadie contesta, pensó para sí. Cerró la puerta y sin encender la luz decidió recorrer todo el pasillo hasta llegar al salón. La verdad es que se conocía el camino de memoria. Durante mucho tiempo él había estado viviendo allí, hasta que la Sra. Petranila, una anciana muy agradable que siempre guardaba luto a su marido, murió de cáncer. Al acercarse al salón le pareció ver que había un resquicio de luz. Quizá habrá alguien, pensó. Era un salón amplio, de una de esas antiguas casas en las que el mobiliario está sobre recargado y las paredes están llenas de cuadros de antepasa

Me quedo con lo de antes

Hoy lo he visto claro. Creo que a partir de los treinta años, además de preocuparme por las arrugas, patas de gallo y demás, que la gente dice que empiezan a salir a esa edad. Y que, entre nosotros, creo (happy de mí)… que me van a dar un punto de madurez perfecto a mi eterna cara de niña. Bueno a lo que iba, mi preocupación máxima será como llegar a fin de mes. Estamos adentrándonos en una gran crisis y que aunque los políticos lo nieguen, hacía tiempo que se veía venir. En las tiendas todo está carísimo, sin embargo, en mi trabajo no me pagan más de cinco euros la hora. Por suerte o por desgracia, hago pluriempleo y por trabajar la mitad de lo que trabajo por las mañanas, gano lo mismo por las tardes. Y aun así, no siempre soy mil-eurista. Pero ahora, no tengo preocupaciones porque todavía vivo en casa de mis padres (y esto lo digo mientras se me cae la cara de vergüenza, para los que no me veáis). No, no es la primera vez que me lo planteo. Pero hoy lo he vivido como una pes